La nota curiosa de la velada la puso el hijo de Cyndi, Declyn, quien acudió a ver a su madre cantar, cuando dijo que no creía que ella tuviera un sólo de hueso de crueldad en todo su cuerpo, cuota necesaria para sentarse y juzgar a cientos de almas poco o muy talentosas pero llenas de esperanzas. Cyndi comentó al respecto: "Podría hacer de entrenadora, pero no ser una jueza."
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